El medio físico La escasa distancia existente entre el mar Cantábrico y la potente cordillera Cantábrica es la responsable de buena parte de las características paisajísticas de esta y otras muchas áreas de la cornisa. Los ríos son de escaso recorrido y salvan una elevada pendiente en poca distancia, y por otra parte, la potencia rocosa de la costa se enfrenta a los embates marinos y crea un paisaje quebrado y escarpado que únicamente se abre en las zonas donde la lucha entre el agua marina y la de los ríos que bajan desde las alturas montañosas ha permitido el asentamiento de una gran cantidad de sedimentos que han acabado por formar estuarios y playas donde no son infrecuentes los campos dunares. El paisaje, en consecuencia, está dominado por el azul, el verde y el ocre de las arenas, mezclado en determinadas zonas con las edificaciones de las aldeas cercanas, entre las que destaca por su importancia la población de Villaviciosa, localizada en el extremo interior de la ría. El conjunto se extiende por unas 1.000 hectáreas que forman un territorio alargado, con unos ocho kilómetros de longitud y una anchura variable en función de las características del medio y de las urbanizaciones. La práctica totalidad del paisaje está conformada a modo de mosaico en el que las diferentes teselas adoptan un color verde más o menos intenso en función del cultivo que acojan o del grado de maduración o crecimiento del mismo. Por el centro del espacio, y a modo de eje vertebrador, discurre el río Linares, en cuyo cauce se han creado unas interesantes marismas que aparecen y desaparecen al mismo ritmo que las mareas suben y bajan, y que se acompañan de unas extensiones de tierras ganadas a las aguas de forma artificial en la zona de la desembocadura y que reciben el nombre autóctono de porreos.