Juana Manuel de Castilla

Hija del infante Juan Manuel y de Blanca de la Cerda y Lara, cuando sólo tenía once años consumó su matrimonio con Enrique de Trastámara, hijo bastardo de Alfonso XI (1312-1350), por imposición de Leonor de Guzmán, madre de Enrique, que trataba de evitar que se deshiciera la unión. La importancia de este matrimonio reside en que los Trastámara basaron sus aspiraciones al trono en los derechos de Juana, argumentando que ella era la única y directa heredera legítima de Fernando de la Cerda, verdadero rey de Castilla, despojado por un usurpador, Sancho IV. Juana Manuel acompañó a su esposo Enrique cuando éste tuvo que huir a Asturias. Comenzada la guerra por el trono, Juana colaboró activamente con su esposo; participó en la defensa de Gijón en 1352 y en 1354 en las discusiones de la junta de nobles de Toro (Zamora) que tenían que decidir las condiciones de capitulación de Pedro I de Castilla (1350-1369) frente a la nobleza. Intervino en las operaciones de asedio a Toro (Zamora); durante el asedio a esta ciudad, Enrique de Trastámara huyó a Francia, y cuando cayó la plaza, Juana Manuel fue hecha prisionera (1356). En 1357 Pedro Carrillo, uno de los partidarios de Enrique, fingió reconciliarse con Pedro I, regresó a Castilla y consiguió llevar a Juana Manuel a Aragón en un golpe de audacia. Tras la derrota de Enrique en Nájera (1367), mientras éste acudía a Francia en busca de refuerzos, Juana se refugió en Zaragoza, mal acogida por Pedro IV de Aragón (1336-1387). Después regresó a Castilla con su esposo; participó en el sitio de Toledo (1367-1369). Ya rey Enrique II, dirigió Juana el sitio de Zamora, rendida en 1371. Juana aportó a su hijo Juan (futuro Juan I de Castilla) el señorío de Vizcaya. Juana Manuel murió en Salamanca mientras se ocupaba de asuntos relacionados con el Cisma de Occidente.