Diplomática

Introducción

Estudio científico de diplomas y otros documentos, tanto en sus caracteres internos como externos, principalmente para establecer su autenticidad o falsedad. La diplomática es una ciencia con un método propio pero estrechamente ligada a otras ciencias cuyo objeto material inmediato son también los documentos, como la paleografía, la sigilografía y la archivistica. La diplomática, igual que la paleografía, nació como ciencia en 1681, cuando Jean Mabillon, monje de la abadía benedictina de Saint-Germain-des-Prés, publicó su obra De re diplomática libri VIcon el fin de defender críticamente la autenticidad de varios documentos y cartularios benedictinos, especialmente una bella serie de diplomas reales merovingios de la también abadía benedictina de Saint Denis, declarados como falsos por el jesuíta Daniel Papenbroeck en 1675. Mabillon asentó en su obra, por primera vez, las bases del análisis crítico documental fundado en el examen de los caracteres externos e internos de los documentos. En la actualidad la diplomática estudia todas las normas y técnicas del método histórico que se aplique al documento de contenido histórico-ju-rídico, y enseña cómo reacciona el espíritu crítico ante un documento aplicando estas seis operaciones: 1. Definición del documento, dotándole de una nomenclatura. 2. Averiguación de la genética del documento. 3. Investigación del modo de tradición o transmisión del documento. 4. Análisis estructural del documento en sus aspectos externos e internos. 5. Reconstrucción o fijación del texto documental. 6. Valoración crítica documental o resumen de todas las operaciones anteriores, declarando el documento verdadero o falso, parcial, este último, o totalmente. Tras estas operaciones que forman la teoría o crítica diplomática, el documento escrito ya está en condiciones de ser utilizado por el historiador que extraerá los datos útiles para la composición de sus obras. A la ciencia diplomática se le han impuesto algunos límites de carácter geográfico y cronológico restringiendo su campo de investigación a la Edad Media y Moderna, y al mundo occidental y, en todos los casos, a la crítica del documento de naturaleza histórico-jurí-dica producido con el propósito de justificar ciertos hechos; en la actualidad se pretende reformar el concepto tradicional de la diplomática rompiendo esquemas geográficos-temporales haciendo objeto de la misma cualquier pieza documental (antigua, medieval, moderna o contemporánea) e incluso una serie de escritos que no están formalizados por el Derecho y que por lo tanto no entran en la categoría restringuida del documento jurídico, abriendo paso así a una ciencia diplomática de contenido extrajurídico. El impulso dado por Jean Mabillon a los estudios diplomáticos tuvo una amplia repercusión en Europa, y las reglas de su crítica documental fueron aceptadas por sus contemporáneos. Más tarde, desde mediados del s. XIX, la erudición alemana (J. Ficker, T. Sickel, H. Bresslau y H. Brunner) y L?École des Chartres, dieron una nueva orientación a los estudios diplomáticos, la histórica, y perfeccionaron las técnicas de la crítica documental. España será un miembro más en la creación de esta ciencia, pues ha seguido una evolución paralela a la del resto de Europa. Un precedente medieval, previo a la constitución de la diplomática como ciencia, es el de que Alfonso X el Sabio(1252-1284), con motivo de la falsificación de documentos, se ocupó de su regulación en la Ley de Partidas, Título XIX, Ley III, determinando la institución en todos los tribunales de justicia de hombres cualificados para dictaminar acerca de la legitimidad de las pruebas documentales. Pero fue con el humanismo, en el s. XVI, cuando la erudición española se puso por primera vez en contacto con el material diplomático confeccionándose regestas de documentos y las primeras colecciones diplomáticas que abrieron paso a una historia documental: es la obra de Aguirre, Zurita, Morales, Garibay, Sandoval y otros. No obstante, España respondió a la preocupación científica por las fuentes documentales desde el s. XVII, pues constituida ya por Mabillon la nueva ciencia, fray José Pérez hizo un primer tratado de diplomática española titulado Disertationes ecclesiasticae in quibus pleraque ad historiam ecclesiasticam et politicam Hispaniae remque diplomaticam spectantia accurate discuntuntur(1688). Ya en el s. XVIII, fueron notables para el progreso de la historia diplomática los trabajos del padre Enrique Flórez que, en 1755, adquirió fama con su Historia Sagrada(estudios de la historia eclesiástica española tratados diócesis por diócesis) con una colección diplomática como apéndice final en cada uno de sus volúmenes, y del padre Martín Sarmiento cuyas doctrinas paleográficas son consideradas como el primer intento de exponer la materia en forma sistemática, resultando muy interesante para la ciencia diplomática sus colecciones de documentos. También la obra de fray Domingo Ibarreta, Aparato diplomático, en la que se intentaron las bases de una diplomática española, y del padre Andrés Marcos Burriel que expuso en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museossus ideas sobre la organización de grandes colecciones documentales. En Cataluña, los padres Martí, Pascual y Caresmar reunieron un considerable fondo documental con la intención de rehacer el pasado histórico eclesiástico de Cataluña, e hicieron historia monástica en la región, y un catálogo de manuscritos de la catedral de Barcelona, entre otras obras. El padre Traggia formó también una copiosa colección de documentos aunque sin sistematización alguna. Se custodia esta colección en la Real Academia de la Historia (Madrid) donde también se recogen las colecciones documentales de Abella y de Abad y Lasierra con documentos benedictinos de la provincia tarraconense. El padre Huesca (Teatro histórico de las iglesias de Aragón, vols. V-XI, 1790-1802; los vols. I-IV se deben a fray Lamberto de Zaragoza, 1780-1785), el padre Jaime Villanueva (Viaje literario a las iglesias de España) y el archivero Próspero Bofarull Mascará (Colección de documentos inéditos del Archivo General de la Corona de Aragón, 1847-1859)publicaron documentos además de recopilarlos. En el s. XIX se trató la diplomática en España desde una doble vertiente: la escolarización y la edición de fuentes. Con respecto a la primera, en 1856 se creó la Escuela Superior de Diplomática bajo la dirección de Tomás Muñoz Ro

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