Cromwell y la restauración de los Estuardo

Introducción

Cuando murió en 1603, Isabel dejó una Inglaterra próspera y en paz. El país había evitado milagrosamente la guerra civil, así como las guerras de religión, que habían devastado tantos países del continente y, en particular, Francia. Entre los «papistas» y los protestantes puritanos, la reina supo imponer una solución intermedia, el anglicanismo, que se inspiraba en el protestantismo desde el punto de vista doctrinal, pero que conservaba muchos elementos litúrgicos del catolicismo. Y sobre todo, como cabeza de la Iglesia, la soberana pudo colocar el espíritu nacional por encima de la religión. Es cierto que todo esto no fue realizado sin obstáculos y conspiraciones procedentes de las diversas facciones, pero solamente se trataba de pequeñas minorías. La masa del pueblo encontró en la religión anglicana elementos suficientes para calmar su sed religiosa y esperaba que el statu quo garantizara la paz. Una paz feliz, puesto que después de las incursiones de Drake y Raleigh, después de la victoria de 1608 frente a la «Armada Invencible», los navios ingleses podían surcar libremente los mares. El poderío comercial inglés se hallaba bien afirmado, proporcionando a Inglaterra la prosperidad comercial e industrial.

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