Introducción Linaje originario de La Rioja, cuyo primitivo solar estuvo en Nuestra Señora de Valvanera, entre Matute y Bobadilla (La Rioja). La rama troncal parte de Juan Fernández de Bobadilla, natural de Bobadilla de Río Tobía. De la tercera rama, en su primera línea, Juan Fernández de Bobadilla y García de Olaya, que realizó información de limpieza de sangre para marchar a Nueva España regresando para establecerse con su mujer e hijos en Matute, siendo elegido contador y diputado por el estado noble y en 1612 fue nombrado alcalde de la Santa Hermandad; varios de sus descendientes obtuvieron el hábito de la Orden de Santiago por merced de Felipe IV; se destacaron por sus servicios de tipo militar prestados a la monarquía, como Juan Fernández de Bobadilla y Otazu, capitán de mar y guerra de infantería. En la segunda línea de esta tercera rama también hubo individuos que dedicaron su vida a la carrera militar y a su servicio a la monarquía, como Hipólito Fernández de Bobadilla y Ortega, que en 1638 estaba al servicio del rey en el ejército de Cataluña; en esta línea pasaron a Écija para establecerse, siendo regidor perpetuo de esta localidad Garcitello Fernández de Bobadilla Eslava en 1698; uno de sus descencientes, Juan Garcilaso de la Vega y Fernández de Bobadilla, también de Écija, fue capitán del regimiento de Dragones de Pavía, caballero profeso y comendador de la Orden de San Juan de Malta en 1763. A la cuarta línea de la tercera rama perteneció Rafael María Fernández de Bobadilla y de la Puerta, natural de Écija y que por fallecimiento de su tío recayó en él el derecho al señorío de la antigua torre palacio y casa solar infanzona de los Bobadillas en Bobadilla de Río Tobía; fue doctor en Derecho civil y canónico, diputado provincial por Écija y vicepresidente de la Diputación de Sevilla h. 1875. La rama cuarta parte de Pedro Fernández de Bobadilla, vecino de Matute, y al alcalde de esta localidad por el estado noble; uno de sus descendientes fue Francisco Fernández de Bobadilla y Benito, licenciado y abogado de los Reales Consejos. En La Rioja existieron otros Bobadilla que usaron el mismo escudo que la rama de Écija, por lo cual es muy posible que tuviesen el mismo origen. En Medina del Campo existió también este linaje, ignorando si es el mismo que el de los antiguos señores de la torre, palacio y casa-fuerte, solar de los Fernández de Bobadilla de la localidad de Bobadilla de Río Tobía, pero el uso del mismo escudo por ambas familias parece indicar que el origen es común. A la rama mayor perteneció Diego Fernández de Medina, que fue camarero mayor de Alfonso XI y embajador ante el papa, tesorero de Pedro I y canciller de la reina Leonor; Juan Fernández de Bobadilla fue camarero mayor de Enrique III y vasallo de Juan II. A la segunda rama perteneció Juan Fernández de Bobadilla, que fue alcaide de los Alcázares de Madrid y corregidor de esta villa. La primera línea de la tercera rama, que fueron los señores de Pinos y Beas (Granada), parte de mosén Pedro de Bobadilla, que sirvió a Juan II y acompañó al infante Fernando de Antequera cuando fue elegido rey de Aragón; fue también alcaide de Segovia (1476) y asistió a las guerras de Portugal, Aragón y Granada. Uno de sus descendientes, Francisco de Bobadilla, fue maestresala de los Reyes Católicos, corregidor de Ávila, Segovia y Medina del Campo, así como de Jaén, Baeza y Córdoba. La segunda línea de la tercera rama está representada por los señores y marqueses de Moya y que parte de Beatriz Fernández de Bobadilla, camarera mayor de Isabel la Católica y que casó con Andrés de Cabrera, señor de los estados de Chinchón y Moya, ricohombre de Castilla, mayordomo de los Reyes Católicos y I marqués de Moya. La tercera línea está representada por los condes de Chinchón, señores de los sexmos de Valdemoro y Casarrubios y de la alcaidía perpetua de Segovia, y que parte de Fernando Cabrera y Bobadilla, siendo por mayorazgo señor de Chinchón, también fue caballero y comendador de Montemolín en la Orden de Santiago y I conde de Chinchón por Real Cédula dada por Carlos I en 1520. El último miembro de este linaje, que fue el XI conde de Chinchón, vendió seis años antes de su muerte, en 1744, el condado de Chinchón con todos los estados, títulos y bienes a él anexos, al infante Felipe de Borbón y Farnesio, hijo de Felipe V.