Batalla de Noáin

La Batalla de Noáin puso fin a la invasión franco-navarra desarrollada a mediados del mes de mayo de 1521, que pretendía devolver el trono a Enrique II de Navarra. Las tropas aliadas invadieron la mayor parte del viejo reino a finales de mayo, momento en el que surgieron las discrepancias entre el monarca navarro y su aliado Francisco I de Francia (1515-1547). Este último impidió la entrada de Enrique II en la Alta Navarra, comportándose antes como conquistador que como aliado, al ordenar el asalto a la ciudad de Logroño. Carlos I de España (1516-1556; Carlos V del Sacro Imperio Romano-Germánico, 1519-1556), una vez sofocada la revuelta de los comuneros tras la Batalla de Villalar (23-IV-1521), reorganizó sus tropas y preparó una rápida reconquista. Fracasado el intento de tomar Logroño, el ejército invasor dirigido por André de Foix, señor de Lesparre, emprendió la huida hacia Pamplona, acampando abiertamente entre las localidades navarras de Tiebas y Subiza. Mientras tanto, un ejército castellano atravesaba el puerto del Perdón y se situaba, estratégicamente, entre Esquiroz y Noáin, es decir, entre la capital navarra y el ejército franco-navarro en retirada. El 30 de junio, sin esperar el refuerzo de las guarniciones de Pamplona, el general Lesparre se lanzó contra las tropas imperiales dirigidas por el condestable de Castilla, Iñigo Fernández de Velasco. La victoria del ejército castellano fue contundente, pereciendo, según algunos cronistas, no menos de 6.000 hombres entregados a la causa de Enrique II y resultado herido el propio Asparros. Tras la Batalla de Noáin, el resto del reino fue sometido rápidamente, en la que resultó ser la última gran tentativa de los reyes de Navarra por recuperar sus antiguas posesiones ibéricas.