Banco de España

Historia

Entidad constituida en Aranjuez (Madrid) el 2-VI-1782 mediante una Real Cédula firmada por Carlos III con la que creaba el primer organismo bancario nacional, el Banco de San Carlos, a iniciativa del conde de Floridablanca y del banquero y aristócrata Francisco Cabarrús. Su finalidad era la de anticipar y reducir a dinero efectivo letras de cambio, los avales del Tesoro y los pagarés que voluntariamente se llevaran al Banco; administrar o tener a su cargo los asientos de las tropas de mar y tierra de los dominios españoles y atender el pago de las obligaciones del giro en los países extranjeros, con la comisión del 1%, de las que se exceptuaban las relativas a Roma. El 3-IX-1829 se publicó en la Gaceta de Madrid la Real Cédula que creaba el Banco Español de San Fernando (con domicilio en la casa número 54 de la madrileña calle Montera), cuyos estatutos fueron obra de Pedro Sáinz Andino. En 1856 se promulgó otra ley por la que se autorizaba al Banco a cambiar su nombre por el de Banco de España y se le concedió el derecho a la creación de sucursales en provincias. Cuando las necesidades de tráfico obligaron a emitir papelmoneda (dinerosigno) quedó en evidencia el peligro que suponía una circulación fiduciaria excesiva. Por esta razón los sucesivos gobiernos se preocuparon de regular la creación de bancos y sus emisiones y se marcaron como objetivo la creación de un banco central con monopolio de emisión, a través del cual podían conseguir un mayor control sobre la circulación del dinero. La Ley del 19-III-1874 estableció la constitución del Banco de España como único emisor del país y de esta forma quedó vinculado al gobierno, que lo utilizó para superar situaciones de déficit presupuestario, paliar el deficiente funcionamiento del sistema impositivo y colocar deuda pública. El sistema financiero español resultaba formado por los bancos comerciales, cuya función era aceptar depósitos -en cuenta corriente o ahorro- y conceder créditos -con la consiguiente creación de dinero bancario- y el central, caracterizado por ser “banco de bancos”, banquero del Gobierno e intérprete de su política monetaria y regidor de las reservas exteriores. Actuaba, además, como banco comercial abierto al público y podía apoyar las actividades económicas que se consideraran más provechosas para el país (banco de fomento), para lo cual abrió delegaciones en varias ciudades españolas. Este sistema, sin embargo, se desarrolló en sucesivas etapas y durante el s. XIX sólo cumplió dos de las funciones encomendadas a una entidad central moderna: ser banco del Gobierno, aunque más bien fue su financiador incondicional y mantener la cotización de la moneda. Entre 1874-1900 dedicó la mayor parte de sus recursos en cubrir las necesidades de Hacienda y sólo a partir de las reformas de Villaverde, en aquel último año, incrementó su actuación como banco industrial y comercial. Su primera intervención de ayuda a la banca privada tuvo lugar en 1913, con motivo de la suspensión de pagos del Banco Hisparro Americano.

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