Archidiócesis de Tarragona

Historia

Según la tradición, el apóstol Pablo introdujo el cristianismo en Hispania a través de la antigua Tarraco, capital de la provincia Hispania Citerior. No obstante, las primeras noticias de actividad eclesial en la región son muy posteriores y remiten al martirio del primer obispo tarraconense conocido, Fructuoso, y de sus diáconos Augurio y Eulogio, en el año 259, si bien no es hasta el siglo siguiente, durante el episcopado de Himerio (385), cuando se tiene constancia de la existencia de una organización eclesiástica estable gracias a la decretal del papa Siricio (384-399), en la que se trata el problema de la ordenación de monjes. Según este documento, ya existía por entonces la provincia eclesiástica Tarraconense con diversos obispados sufragáneos.

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