Amparo Rivelles

Trayectoria artística

Se inició en la tradición familiar participando, desde los doce años de edad, en algunas de las obras teatrales representadas por sus padres en su propia compañía. En 1940 tuvo la oportunidad de actuar en la película Mari Juana (Antonio Vidal), gracias a la cual se ganó un puesto en el panorama del cine español de la década de 1940. Así, pronto demostró sus amplios registros dramáticos en largometrajes como Alma de Dios (Ignacio F. Iquino, 1941) y Malvaloca (Luis Marquina, 1942). Fue con la productora Cifesa acabó de afianzar su figura entre las más reconocidas por la crítica y el público español.

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